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REMOVIENDO
EL AMBIENTE: LA
VISITA DE EINSTEIN A MONTEVIDEO EN 1925 publicado en Mathesis (México), serie II, número 1, 2001. Eduardo L.
Ortiz Mario H. Otero Antecedentes
de la visita Antes de su llegada El éxito de la
visita de Einstein a Argentina, entre fines de marzo y la última semana de
abril de 1925, contribuyó a aumentar el interés por una posible visita a
Montevideo, por donde había pasado brevemente en su viaje a Buenos Aires. Los
periódicos uruguayos, además de ofrecer repetidas referencias a su actuación
al otro lado del Plata, incluyeron en esos días noticias sobre temas
relacionados con Einstein y su teoría en sus secciones de actualidades
internacionales. El diario El Día, por ejemplo, reprodujo en su edición del 12
de abril [El Día, 12 abril 1925] una fotografía de las 'Cámaras Einstein',
utilizadas por la Universidad de Yale para efectuar investigaciones fotográficas
sobre los resultados del eclipse solar, que se utilizaron para corroborar la
validez de la teoría. La despedida de la que fue objeto Einstein al dejar la
Argentina tuvo un eco especial en la prensa uruguaya [La Mañana 24 abril 1925,
1]. Ella informó que las asociaciones estudiantiles de diversas facultades
argentinas habían citado a sus respectivos asociados para que se hicieran
presentes en el puerto a despedir al sabio. Informó también en detalle acerca
de la nutrida concurrencia de profesores y estudiantes a esa despedida y, además,
dio una nómina detallada de las altas autoridades argentinas que se hicieron
presentes en el puerto para despedirlo. Entre otros, citaba la presencia de los
ministros de Relaciones Exteriores y de Instrucción Pública. La Razón [24
abril 1925, 10] de Montevideo, publicó abundantes noticias sobre "la cariñosa
y pintoresca despedida que los estudiantes argentinos hicieron al sabio".
La reunión a la que se refiere esa noticia había sido organizada por el Centro
de Estudiantes de Ingeniería de Buenos Aires, el día antes de la partida de
Einstein. La nota periodística uruguaya relató que Einstein había respondido
en francés al discurso de despedida que pronunció el presidente del Centro,
declarando con emoción que "siempre conservaría un recuerdo gratísimo
del contacto que tuvo con la juventud argentina y con todo el país". Decía
también que los estudiantes le habían ofrecido alegres canciones, algunas
acompañadas de la guitarra. La nota refirió algunos detalles curiosos, que púdicamente
no recogió la prensa bonaerense. Por ejemplo, que más de un centenar de
asistentes no pudieron participar de la cena simplemente por falta de cubiertos
en el restaurante. También nos informa que en un determinado momento se
estableció un intenso bombardeo de panes entre diferentes mesas, y que
Einstein, al ser alcanzado por uno de ellos se levantó, recogió un pan y lo
devolvió con firmeza en la dirección en la que había llegado el que lo alcanzó;
esto provocó un enorme estruendo de aplausos y carcajadas. Con respecto al
conocido episodio de que Einstein accedió al pedido de que tocara el violín,
nos dice que esto ocurrió cuando la orquesta ya se había retirado, por lo que
hubo una demora larga en conseguir un instrumento. Cuando ya parecía que éste
no llegaría, uno de los estudiantes prometió traer el suyo con 'la velocidad
de la luz'. Desapareció a gran velocidad, lo que nuevamente provocó carcajadas
tanto de Einstein como de los asistentes, y salvó una situación que se estaba
tornando embarazosa para todos. Finalmente el instrumento llegó y Einstein
ejecutó algunas piezas. La Razón, por
su parte, repitió la noticia sobre el llamado que las asociaciones
estudiantiles habían hecho a sus socios, dejando en suspenso una actitud
similar en Uruguay. Hizo también saber que en el día de su partida Einstein
había ofrecido un almuerzo al poeta Leopoldo Lugones, y a Teófilo Isnardi y
Ramón Loyarte [La Mañana 24 abril 1925, 1],
los dos más distinguidos físicos de Argentina. En esos días
la prensa uruguaya, tratando de demostrar su objetividad, se hizo también eco
de refutaciones o comentarios desfavorables a la teoría de la relatividad,
emanados de Buenos Aires y de los que nos ocuparemos más adelante. Estas notas
transmitieron con fidelidad el respeto y a la vez el entusiasmo con el que la
juventud universitaria argentina siguió la visita de Einstein a su país,
percibida quizás como un acontecimiento que trascendía la simple presencia en
el país de un gran hombre de ciencia. Sin duda que esas notas contribuyeron a
crear en Uruguay una situación de expectativa, y a acelerar el establecimiento
de un contacto entre visitante y visitados, en cuanto Einstein pisó tierra
uruguaya. De este modo la prensa contribuyó a prefigurar la visita uruguaya.
Esta visita presenta marcadas similaridades, y también grandes diferencias, con
la que Einstein hizo a la Argentina [Ortiz 1995]. Einstein y Rey Pastor: un nuevo encuentro Días antes de
que Einstein dejara la Argentina, Rey Pastor pasó por Montevideo de regreso de
Europa, y aprovechó la parada del vapor para hacer una visita inesperada a la
Facultad de Ingeniería, donde había hecho un buen número de amigos y
admiradores durante su visita de 1917. Esa visita había sido parte de un ciclo
rioplatense de conferencias, organizado por la Institución Cultural Española
de Buenos Aires y la Junta para Ampliación de Estudios [Ortiz 1989] de Madrid. Durante su
breve estadía en Montevideo, Rey Pastor se entrevistó, entre otros, con su
amigo el ingeniero Eduardo García de Zuñiga, con el que compartía un interés
por la historia de la ciencia. El año anterior, García de Zuñiga había
dictado en Montevideo una conferencia sobre la Historia de la Matemática, a
pedido del Centro de Estudiantes de Ingeniería. La parte concerniente a la
Matemática en Grecia, fue publicada por Ingeniería, la revista de ese Centro. En 1920, Don
Santiago Ramón y Cajal le había encomendado a Rey Pastor, en vísperas de un
viaje a Alemania, que se pusiera en contacto con Einstein y lo invitara a
visitar España. Rey Pastor lo hizo, y de este modo jugó un papel en la gestación
de la visita española de 1923. Sin duda, su opinión sobre el valor científico
de Einstein contribuyó a afirmar la resolución del ingeniero Jorge A. Duclout,
que era su amigo y a la vez un propagandista de Einstein desde 1915, a proponer
a la Universidad de Buenos Aires, en 1922, que se invitara a Einstein a visitar
Argentina. Rey Pastor, ya
radicado en Buenos Aires, donde había formado una familia, estaba visitando
Europa cuando Einstein llegó a Buenos Aires. Sin embargo, su barco llegó al
puerto de Buenos Aires con el tiempo justo para permitirle despedir a Einstein
en la cabina del vapor que lo llevaba a Montevideo y desde allí, vía Río de
Janeiro, de regreso a Alemania. La recepción uruguaya El día 23 por
la mañana, el Centro de Estudiantes de Ingeniería y Agrimensura realizó una
asamblea general de socios, en la que la Comisión Directiva propuso que
Einstein fuera designado socio honorario; la moción fue aceptada por
unanimidad. Se resolvió también que se le entregaría un pergamino que lo
acreditaría en ese carácter, y "una placa de oro recordatoria de la
ilustre visita recibida por nuestra Universidad" [La Mañana 24 abril 1925,
1]. En un mensaje de ese mismo centro a sus socios, difundido por la prensa
local y firmado por el presidente y por el secretario —José R. Fosalba y
Carlos R. Végh Garzón respectivamente—, se exhortaba a los socios a que se
hicieran presentes en la dársena el día viernes 24 de abril a las 7:30 de la
mañana, para dar una adecuada bienvenida al sabio. Lo mismo hicieron las
autoridades de la Asociación Politécnica del Uruguay, institución profesional
que agrupaba a los graduados de ingeniería de ese país. Por su parte, las
autoridades de la Facultad de Ingeniería decidieron suspender las clases
comprendidas entre las ocho y las diez de la mañana de ese día, a fin de
facilitar la concurrencia de profesores y alumnos [La Mañana 24 abril 1925, 1].
Los periódicos locales informaron que Einstein daría un ciclo de conferencias
en Montevideo, y que ello había causado un 'interés extraordinario', ya que
esa visita ofrecía al público culto del Uruguay la posibilidad "de oír
de los propios labios de su autor, la discutida teoría de la relatividad"
[El Día 26 abril 1925, 6]. La Facultad de
Ingeniería solicitó al ejecutivo colegiado —El Consejo Nacional de
Administración que regía los destinos de la república—, 1000 pesos para
hacer frente a los gastos que ocasionaría la visita de Einstein a Montevideo.
Después de considerar el asunto, el gobierno resolvió autorizar solamente 500
pesos. Ante la insistencia de la Facultad, que solicitó por lo menos 800, hubo
"un nuevo cambio de ideas"[La Mañana 30 abril 1925, 1] como resultado
del cual el gobierno ratificó su oferta inicial de 500 pesos. El diario La Mañana
se quejó de esta resolución, alegando que la cuota máxima fijada por el
Estado para su contribución al homenaje a uno de los "más altos
exponentes de la intelectualidad contemporánea", era exigua. Conjeturaba
que si la compañía del tranvía del Norte le hubiera pedido otros cien mil
pesos para cerrar sus cuentas, la respuesta hubiera sido otra. También el
diario El Sol [9 mayo 1925, 1] compararía más tarde, la suma comprometida para
Einstein con lo que cobró una recitadora en esos mismo días. El autor de ese
artículo muestra un ángulo interesante en lo que se refiere a la percepción
uruguaya de la visita de intelectuales extranjeros (algo similar podría decirse
para el caso de la Argentina). En alguna medida, él percibe la visita de
Einstein como un viaje de exploración al Uruguay, en el que el país debía
tomar recaudos para causar una buena impresión: Einstein es descrito como uno
de los "más altos exponentes de la intelectualidad contemporánea que se
dignasen llegar hasta estas playas a saber quienes somos y qué conceptos
tenemos" [El subrayado
es nuestro]. El encuentro con Montevideo y su gente En la mañana
del viernes 24 de abril, Einstein llegó a Montevideo a bordo del vapor 'Ciudad
de Buenos Aires', uno de los buques que hacían la 'carrera' entre esa ciudad y
la de Buenos Aires, cubriendo el corto trayecto entre ambas capitales en lo que
para la época era, sin duda, un cómodo viaje nocturno. El distinguido
visitante recibió el saludo de autoridades, profesores, estudiantes y
periodistas en el comedor del vapor. Don Américo Sampognaro [El Día (edición
de la tarde) 24 abril 1925, 2] lo recibió en nombre del Presidente de la República;
el Dr. Agustín Musso, representaba al Rector y al Consejo Universitario; el
ingeniero Carlos M. Maggiolo, Decano de la Facultad de Ingeniería a su
institución y el arquitecto Jacobo Vázquez Varela, a la Facultad de
Arquitectura. Los ingenieros Carlos A. Berta, Federico A. Bruno, Federico García
Martínez y Kayel representaban al profesorado de la Facultad de Ingeniería. La
Asociación Politécnica del Uruguay estuvo representada por su presidente Víctor
B. Sudriers y su secretario, Luis Giannattasio. El Centro de Estudiantes de
Ingeniería y Agrimensura estuvo representado por el alumno Ezequiel Sánchez
González.[1]
También estuvo presente en la recepción una delegación de las instituciones
de la comunidad judía del Uruguay, y un buen número de estudiantes. El Consejo
Departamental había resuelto [El País 24 abril 1925, 3] que su presidente, el
ingeniero Luis P. Ponce lo recibiera oficialmente en Montevideo a su llegada.
Ponce le ofreció alojamiento, a cuenta del gobierno Departamental, en el Parque
Hotel, y también el uso de uno o dos de los automóviles de la Comuna [La Mañana
23 abril 1925, I].[2] Einstein agradeció la
oferta, pero indicó [El Día 25 abril 1925, 6] que ya había arreglado alojarse
en casa de don Naum Rosenblatt.[3] El ingeniero
Amadeo Geille Castro había sido designado por la Facultad de Ingeniería para
actuar como su secretario particular. Junto con los alumnos Ricardo Müller y
Ezequiel Sánchez González, que se convertirían en celosos guardianes del
acceso a Einstein durante su estancia en Montevideo, lo auxiliaban en esa tarea.[4]
Geille Castro, que enseñaba mecánica racional en la Universidad, en
Montevideo, tenía un interés serio por la teoría de la relatividad. En 1923
dictó una serie de conferencias sobre ese tema en la Facultad de Ingeniería de
Montevideo [Geille Castro 1924]. Ese estudio es el más detallado de cuantos se
publicaron en Uruguay[5]
escritos por autores locales, antes de la visita de Einstein. Cuando se anunció
la visita de Einstein a Argentina, la Facultad de Ingeniería de Montevideo lo
envió a Buenos Aires para que asistiera a las conferencias que Einstein dictaría
allí, y para que "obtuviera para nuestra institución de enseñanza copia
de la versión que allí se tomara de las mismas" [Ingeniería I7:
(1925) 3]. Asimismo, estaba autorizado para hacer gestiones para que Einstein se
detuviera en Montevideo en su camino de regreso a Europa. Durante su estadía en
Buenos Aires, Geille Castro trabó contacto personal con Einstein, entrando así
en funciones aún antes de que el sabio llegara a Montevideo. El día antes de
la partida de Einstein a Montevideo, fue él quien confirmó a Rosenblatt por
telegrama la fecha de partida desde Buenos Aires [La Mañana 24 abril 1925,
1]. Geille Castro
era uno de los tres redactores de la Revista de la Asociación Politécnica
(fundada en 1904). En sus colaboraciones, analizó la situación de los
ingenieros en el Uruguay, señalando la tendencia de algunos jóvenes graduados
a aceptar modestas, pero seguras posiciones burocráticas en aparatos del
gobierno, antes que a aventurarse a hacer una carrera en la industria [Geille
Castro 1924]. Los periódicos
de Montevideo El diario El Día
había saludado el día anterior la llegada de Einstein a Montevideo publicando
un retrato, obra del dibujante Buscasso. Al entrevistarlo en el vapor, el
reportero de ese diario le mostró a Einstein una copia de ese retrato.
Siguiendo una costumbre ya característica de Einstein en sus relaciones con la
prensa, elogió la fidelidad de la obra [El Día (edición de la tarde) 24 abril
1925, 2]. También La Razón [22 abril 1925, 10] publicó en su última página
un retrato a lápiz de un Einstein risueño, acotando que "el gran hombre
de ciencia ha tenido la virtud de dotar a las ciencias esotéricas de la magia
de la novedad y el incentivo de la popularidad". Pocos comentarios de esa
visita la describen más acabadamente. Dos días más tarde ese diario publicó
un nuevo retrato, ahora en la primera página, que es aún más fiel [La Razón
24 abril 1925, 1]. El diario El Bien Público [24 abril 1925, 3] publicó también
un retrato de Einstein, obra del dibujante Liega Ciaparelli, que da una versión
de su fisonomía que es más seria y sombría, quizás algo agriada. La
abundancia de retratos a lápiz, que desaparecen una vez que Einstein llega a
Montevideo y se pone al alcance de las cámaras fotográficas, sugiere que los
archivos de esos periódicos no tenían una abultada carpeta gráfica sobre
Einstein. Las
conversaciones de Einstein con los periodistas a su llegada a Montevideo giraron
acerca de sus recientes experiencias en Argentina. Einstein declaró que ese país
podía estar "orgulloso de su capacidad científica. Hay mucha gente que
estudia con provecho" [El Día (edición de la tarde) 24 abril 1925, 2]. Señaló
como una credencial válida la curiosidad que despierta entre la gente de Buenos
Aires la visita de los conferenciantes que allí llegan. El autor de esa nota
preguntó al ingeniero Geille Castro, que había asistido a sus conferencias en
Buenos Aires, si éstas habían tenido éxito. 'Enorme' fue su lacónica
respuesta. La pregunta siguiente era de rigor: si la gente lo había
comprendido; respondió que la gente que estaba preparada para ello si. Se le
preguntó también sobre la réplicas que se habían publicado en Buenos Aires a
las teorías de Einstein. A lo que Geille Castro contestó que se le habían
pedido aclaraciones a sus conceptos, y que se lo había escuchado con gran
respeto, pero que no habían habido réplicas; simplemente porque 'no hay hoy'
quién pueda hacerlas. Einstein explicó
a los periodistas que su viaje a la Argentina lo había fatigado mucho y que
deseaba tener un poco de reposo. Prometió una audiencia general con los
periodistas para el domingo a las nueve de la mañana, y señaló que no recibiría
a ningún reportero aisladamente [La Tribuna Popular 26 abril 1925, 3]. Una vez
que dejó el vapor, se dirigió en automóvil acompañado del ingeniero Maggiolo
a la casa de Naum Rosenblatt, donde fue visitado por muchas personas [El Día
(edición de la tarde) 24 abril 1925, 2]. Los periodistas
encontraron que sus ademanes y sus palabras eran lentos, casi sacerdotales.
Destacaron que "Einstein es de una bondad admirable, sencillo, un sabio de
verdad, que rehuye toda ostentación vanidosa". Esta evaluación se repetiría
una y otra vez durante y después de su visita. El periodista de Tribuna Popular
hizo notar también que vestía un traje bastante usado, con el saco ceñido a
su cintura, exigua, frente a los hombros anchos. Usaba un chambergo de alas
grandes, de las que se escapaban rizos de su cabellera, adquiriendo así
"un notorio aspecto de violinista célebre" [El Día (edición de la
tarde) 24 abril 1925, 2]. Los diarios informaron que Einstein daría tres
conferencias, los días sábado, lunes y martes; y que el horario de las dos
primeras había sido fijado a las 17:30; el de la tercera se anunciaría más
adelante. Desde ese día y hasta el de su partida, varios diarios del Uruguay
publicaron una sección especial, llamada simplemente 'Einstein', en la que
dieron informaciones sobre lo que el visitante había hecho el día anterior y
lo que se planeaba para que hiciera ese día. En los
reportajes publicados a su llegada se destaca la insistencia de Einstein en no
ser 'más que un físico', y que nada tiene que ver con las elucubraciones metafísicas
acerca de su teoría; pero se destaca también la percepción de que es quizás
porque "allí se agita algo destinado a sobrepujar los limites de la mera
ciencia'', que existe un interés popular tan grande por sus ideas. Un artículo
publicado por el diario El Día, señala que existen varios enfoques principales
acerca de las relaciones entre las ciencias y la filosofía, pero que hoy recibe
especial atención una disciplina filosófica llamada epistemología "cuyo
objeto es el estudio de la estructura, límites y valor del conocimiento científico"
[El Día (edición de la tarde) 24 abril 1925, 2][6].
En ese mismo artículo se señala que el avance del enfoque epistemológico
coincide con la decadencia del positivismo, y se hace una diferenciación entre
las ciencias de la realidad y la ciencia de la ciencia. La relatividad es
percibida, precisamente, como un triunfo del enfoque epistemológico. No falta
en estas líneas una referencia descortés a Lombroso y sus teorías —que
apunta con mayor firmeza a la pluma de Alberini—. Como en Argentina, la visita
de Einstein se juega como un ataque al positivismo, ya declinante en la América
Latina. Einstein y Vaz
Ferreira Emitiendo
boletines diarios, el estudiante Sánchez González mantuvo informados a algunos
órganos de prensa, en particular a los periódicos La Tribuna Popular y El País,
de las actividades de Einstein. A través de esos boletines de prensa, sabemos
que el día viernes 24 Einstein salió a pasear por la Avenida 18 de Julio en
compañía de su amigo Rosenblatt, donde se encontraron casualmente con el filósofo
uruguayo Carlos Vaz Ferreira, que había ya manifestado deseos de entrevistarse
con Einstein. Vaz Ferreira se unió a la pareja y juntos caminaron discutiendo
problemas de interés común. Quizás también por casualidad, estaba allí el
fotógrafo de Mundo Uruguayo [Mundo Uruguayo 30 abril 1925, No. 329], que pudo
captar para la posteridad una fotografía memorable. La fotografía está tomada
en la plaza de los Treinta y Tres; a Einstein y Vaz Ferreira, se los ve sentados
en un banco, bajo las hermosas palmeras de esa plaza (planta muy oportuna para
definir la situación geográfica del encuentro), enredados en lo que parece ser
una conversación animada. Einstein concertó encontrarse nuevamente con Vaz
Ferreira por la tarde de ese mismo día, en casa de Rosenblatt, para continuar
con sus elucubraciones. Así lo hicieron. Existe una versión taquigráfica
parcial del diálogo entre Einstein y Vaz Ferreira [El País 25 abril 1925, 3]
publicada en uno de los principales diarios de Montevideo, con una indicación
muy oportuna, de que el texto 'es no oficial'. El diálogo se centra alrededor
de la cuestión de las apariencias, que ambos interlocutores manejan con ingenio
y con no poca ironía. Con anterioridad, Vaz Ferreira había dictado en el
Ateneo de Montevideo, una serie de conferencias sobre la personalidad y obra de
Einstein. El 29 de abril,
antes de dejar Montevideo, Einstein escribió una carta en francés, a Vaz
Ferreira, que le había obsequiado un libro suyo sobre el pragmatismo
[posiblemente, Vaz Ferreira 1914]. En ese libro discute las ideas de James. En
su carta Einstein se defiende de ser calificado como pragmatista, y refuta la
definición de verdad que Vaz Ferreira propone, argumentando que la verdad,
realmente, no existe. El tono de la carta de Einstein sugiere que el material
recogido en la versión taquigráfica de El País, podría contener trozos
genuinos de esa conversación. Su carta termina lamentando 'de ne plus avoir la
possibilité de traiter toutes ese questions avec vous en parlant á cause des
devoirs [insertado: sociales] nombreux. Je vous salue de tout mon coeur'. La
carta tiene dos postdatas: en la primera Einstein se excusa de su francés,
explicando que siempre es mejor que haberle escrito en ese idioma que en alemán.
En la segunda indica que él cree que el concepto de verdad no puede ser tratado
separadamente del de realidad. Esa misma
tarde, Einstein fue visitado por Don Teófilo D. Piñeyro, que representaba la
Junta Directiva del Ateneo de Montevideo. Piñeyro le ofreció el uso de los
salones del Ateneo. También esa tarde lo visitó el Ministro de Alemania en
Uruguay. Conferencias y
otros contactos en Montevideo La recepción
académica en Montevideo y la primera conferencia. En la mañana
del día sábado 25, Einstein recibió la visita de una delegación de la
comunidad judía del Uruguay, a la que atendió brevemente. Media hora más
tarde, partió en automóvil acompañado por el triunvirato que hacia la gestión
de su visita: su secretario en el Uruguay, el ingeniero Geille Castro y los
alumnos Müller y Sánchez González. Con su cortejo de secretario y
subsecretarios, Einstein recorrió partes de la ciudad, y más tarde visitó una
escuela pública establecida en la antigua mansión de la quinta de Castro. El
visitante demostró allí su facilidad de comunicación con los niños. Estos,
por su parte y en retribución a su interés, le obsequiaron un buen número de
sus dibujos, los que Einstein llevó consigo [La Tribuna Popular 26 abril 1925,
3].[7] Einstein dictó
la primera conferencia del ciclo uruguayo el día sábado 25 de abril de 1925 a
las 17:30 horas. La conferencia tuvo lugar en el Salón de Actos Públicos de la
Universidad de la República, ante una audiencia compuesta principalmente por
profesores y estudiantes. El público llenaba completamente el amplio Paraninfo
y se extendía hacia los pasillos de acceso. Una evaluación del número de
asistentes, publicada al final del ciclo de conferencias, estima que unas dos
mil personas escucharon cada una de las tres conferencias [El Bien Público 29
abril 1925, I].[8] El título dado al ciclo
de conferencias fue 'Bases generales de la teoría de la relatividad' [El País
23 abril 1925, 3][9].
El Rector Elías Regules pronunció el discurso de recepción, que fue breve y
conciso [El Bien Público 26 abril 1925, 1]. Habló luego el ingeniero Federico
García Martínez, que hizo la presentación de Einstein, exponiendo a grandes
rasgos las ideas fundamentales de la teoría de la relatividad y sus
implicaciones. García Martínez era profesor de Estática Gráfica de la
Facultad de Ingeniería, y se había interesado también por comprender la teoría
de la relatividad. Era autor de un texto litografiado de cálculo gráfico, estática
gráfica y aplicaciones,[10]
publicado en Montevideo en 1918. Julio Rey Pastor escribió el prólogo de ese
libro.[11]
García Martínez y Rey Pastor habían establecido contacto durante la primera
visita de Rey Pastor a Montevideo, en 1917. No sería extraño que Rey Pastor
haya contribuido entonces a despertar el interés del segundo por la
relatividad. Luego de una prolongada
ovación, llegó el turno de Einstein, que agradeció a las autoridades de la
Universidad la generosidad con que lo habían recibido, y expresó que se sentía
feliz de haber podido aceptar la invitación de la Universidad. A continuación
comenzó su conferencia destacando los puntos esenciales de su teoría. Comenzó
refiriéndose al estado de la ciencias físicas cuando él comenzó sus estudios
sobre la relatividad. Se refirió luego a la obra de Galileo e hizo una crítica
de la mecánica newtoniana, pasando más tarde a ocuparse de los experimentos de
Foucault y de Michelson y Morley. Se refirió a la forma en que él se planteó
el propio problema, y luego presentó un esquema del camino seguido desde la
relatividad especial a la general. Einstein se refirió a los trabajos previos
de Mach, Minkowski y Lorentz, a la cuestión de la finitud del espacio, al
espacio tetradimensional, a la curvatura de los rayos luminosos en proximidad de
grandes masas, y a la relatividad del tiempo [La Razón 27 abril 1925, 10]. En
diferentes periódicos se destaca la atención e intensidad con la que el
conferenciante fue escuchado. No sin dificultad, el redactor de El Día había
logrado llegar a una posición estratégica desde donde podía, por lo menos,
ver al conferencista. Sin embargo, sabiendo no contarse entre las 'cuatro únicas
personas' que entendían sus teorías, optó por no escucharlo y ceder a otros
ese placer. Su diario había reproducido en su edición de la mañana de ese día
un artículo [El Día 25 abril 1925, 6] sobre la teoría y sus comprobaciones
experimentales, que declaraba haber tomado de una fuente mejor informada. Ese
artículo describía someramente los experimentos de Michelson y Morley, la hipótesis
lanzada por Lorentz y el uso que hizo Einstein de resultados de Riemann sobre
la geometría
tetradimensional, para
introducir nuevas
ideas 'difíciles de admitir', debido a las contradicciones que las suyas
presentaban con ideas aceptadas desde tiempo muy antiguo. Finalmente se refirió
a los resultados de la expedición que observó el eclipse de mayo de 1919. La
nota destaca la imparcialidad y caballerosidad de los astrónomos británicos
frente a un colega alemán, sólo un año después de terminada la guerra
mundial, al hacer conocer al mundo que los resultados de sus observaciones le
daban la razón al científico alemán. La relatividad como fenómeno de
cooperación caballeresca entre un físico alemán, un matemático francés que
podía entenderla (y aún predecir la teoría), y un astrónomo inglés que
gallardamente había dado la razón a un sabio de un país que hasta hacía muy
poco era enemigo, es un lugar común en los reportajes periodísticos sobre su
teoría. La existencia de 'cuatro sabios' que entienden la teoría de la
relatividad es otra constante (con número variable) de sus visitas. En nuestra
playas, más desamparadas, será quizás sólo uno: Lugones en Argentina, Vaz
Ferreira en Uruguay. El mismo día
25, por la noche, Einstein asistió a una función de ópera en el Teatro Solís
en la que se presentó Lohengrin, de Wagner. La orquesta estuvo a cargo del
maestro De Angelis, y Cristalli actuó como tenor. Las noticias publicadas el día
siguiente nos dan cuenta de que, De Angelis dirigió más ajustadamente que en
las sesiones anteriores, lo que 'contribuyó en buena medida al éxito de este
espectáculo', que tuvo entre sus concurrentes al 'sabio alemán' Einstein. Este
manifestó su agrado aplaudiendo largamente al final de cada acto [El Día 26
abril 1925, 10]. Sin alterar su precio de un peso por la platea, el Solís
continuó luego con La Bohéme, Caballería Rusticana y Thais. Sin embargo,
Einstein tuvo suerte: más tarde, Lohengrin fue calificado como uno de los
mejores espectáculos de la temporada. La entrevista
con los periodistas El público
montevideano comenzó a tener informaciones más precisas sobre la visión
einsteiniana de la realidad a partir del lunes 27, en el que aparecieron las
primeras declaraciones de Einstein sobre Montevideo y los uruguayos; los
resultados de la inspección por parte del sabio extranjero comenzaban a
revelarse. Tal como había prometido, Einstein recibió en la residencia del señor
Rosenblatt a todos los periodistas de Montevideo que quisieran entrevistarlo el
día domingo 26. Como uno de ellos dijo "Había querido apurar de un sólo
sorbo las torturas de los reportajes"
[El País 27 abril 1925,
3]. La concurrencia fue muy
pequeña, sólo un reportero de El Día (que llegó tarde), un corresponsal de
un diario israelita de Buenos Aires y un reportero —Sin embargo parece haber
estado presente también un reportero de El Plata—. El reportaje se inició
con una serie de preguntas del reportero bonaerense que, para colmo, hablaba en
Yiddish. El cuestionamiento cerrado al que este periodista sometió a Einstein
alarmó a los otros dos, que no habían pensado que su función allí pudiera
ser cuestionar al sabio, sino anotar sus conjuraciones. El reportero de El Día
tenía bien en claro que si sobre algo no le preguntaría, era sobre su
'misteriosa teoría de la relatividad'. Para aclarar la situación, así se lo
hizo saber. Con plena libertad para improvisar, Einstein habló de sus
preferencias literarias, expresando su admiración por El Rey Lear, Hamlet y Don
Quijote entre las obras
clásicas, y por Anatole
France entre
los autores
contemporáneos; también se refirió a la literatura rusa y a su interés por
Dostoievsky. Sus preferencias
musicales recayeron
sobre Bach
y Mozart. Finalmente, cuando seguramente la representación de la prensa
local pensaba ya que la partida estaba perdida, Einstein cambió de rumbo en su
monólogo y habló de sus impresiones de Montevideo. Declaró que había sido un
gran placer conocer personalmente 'al Maestro don Carlos Vaz Ferreira', con lo
que los intelectuales locales recibieron el fuerte espaldarazo que significaba
el reconocimiento de su existencia por parte del sabio visitante. Aún mas,
afirmó conocer la obra de Vaz Ferreira, aunque declaró que el idioma
castellano, que no le era familiar, había dificultado su lectura. Sobre el
ambiente intelectual de Buenos Aires y de Montevideo, dijo que había encontrado
un vivo interés por la investigación científica, y que el público de sus
mismas conferencias le habían dado una medida. Sin embargo, dice el reportero
de El Día que Einstein se había quejado de que 'los hombres de ciencia no
disponen aquí de mucho tiempo ni de la tranquilidad necesaria para el estudio
serio y reposado'. Indicó que la necesidad de dictar muchas cátedras es un
inconveniente para el desarrollo de la ciencia pura. Si bien este enunciado
einsteniano de las condiciones mínimas del investigador, como alguien que no se
mide necesariamente por las horas de clase que es capaz de dictar, no era nuevo
en el Río de la Plata (ya Houssay, Duclout y otros insistían en la necesidad
de disponer de tiempo para investigar) reforzaba una tendencia que aún tenía
una larga marcha en el futuro. De la ciudad
destacó lo mucho que le había agradado la edificación colonial que había
visto en sus paseos en automóvil (cosa que continuaría inmediatamente después
de terminar esa misma entrevista), y como se había deleitado recorriendo a pie
las calles de Montevideo, de las que alabó 'sus calles amplias, donde ríe el
sol'. La conversación duró pocos minutos, pero los suficientes para cautivar a
los periodistas, que hubieran deseado se prolongara 'durante varias horas'.
Einstein empleó el resto de ese día en explorar Montevideo, sus playas y el
mar próximo a su costa. La segunda
conferencia El programa
para el día lunes 27 comenzó a las 10:30 con una visita a la Compañía de
Materiales de Construcción (Bella Vista), acompañado por el ingeniero Maggiolo
y el Presidente del Senado, doctor Juan A. Buero [El País 28 abril 1925, 3].
Luego visitaron el Palacio Legislativo, donde Einstein expresó admiración por
las obras de arte que encerraba. A las 15 horas fue presentado al Presidente [La
Mañana 28 abril 1925, erróneamente citan la entrevista en horas de la mañana],
señor José Serrato, que era un graduado en ingeniería. Lo acompañó el
Ministro de Alemania. Einstein se retiró muy complacido por la deferencia con
la que lo recibió y atendió el presidente uruguayo. Para el día
siguiente se anunciaba que Einstein cenaría con miembros de la comunidad hebrea
de Montevideo, en uno de los principales hoteles metropolitanos. Se adelantaba
también que la recepción que en esos días ofrecería al sabio el Club Alemán,
prometía alcanzar 'enorme éxito' [El Día (edición de la tarde) 27 abril
1925, 2]. Aún no se había fijado la fecha en la que Einstein visitaría la
Facultad de Ingeniería. A este punto de su visita se percibe una cierta
improvisación, y a la vez una comprensión más cabal de la verdadera dimensión
del visitante, acelerándose la calidad de los homenajes, que habrán de exceder
en mucho a los originalmente propuestos por los estudiantes. Es gran mérito de
Einstein haber consolidado, con su presencia humana, la falta de perspectiva que
podría haber tenido una buena parte del elenco encargado de su recepción a
nivel oficial. Einstein dictó
su segunda conferencia ese mismo día lunes 27 a las 17:30, nuevamente en el
Paraninfo de la Universidad. La prensa destacó la enorme cantidad de personas
que demostraban interés por las exposiciones de Einstein; esta segunda
conferencia parece haber tenido una asistencia aún mayor que la primera. A su
entrada en el Salón, el sabio fue recibido con un prolongado aplauso. En esta
conferencia terminó de exponer la teoría de la relatividad restringida para
sistemas inerciales, fundándola en los dos principios básicos: constancia de
la velocidad de la luz y validez de las leyes de la naturaleza para todos los
sistemas inerciales, o sea para aquellos a los que es aplicable el principio de
Newton, de que todo cuerpo no sometido a fuerzas se mueve con movimiento
uniforme. Se ocupó luego de la transformación de Lorentz para las tres
coordenadas de espacio y la de tiempo; con ello terminó de exponer la teoría
de la relatividad restringida, haciendo notar que la geometría euclidea sigue
siendo la geometría adecuada para esta teoría. Señaló también las
modificaciones que, en su teoría, deben hacerse a las leyes clásicas de la mecánica. Entró luego a
considerar la relatividad generalizada, haciendo notar la complicación que se
introduce al estudiar los campos gravitatorios, en los que la aceleración
introducida por el peso de los cuerpos hace que la geometría euclidea no sea más
la herramienta geométrica adecuada. Dio un ejemplo de movimiento rotatorio en
el que, por la contracción de la unidad de medida, el numero p toma un valor
mayor que el que corresponde a un circulo en reposo [La Mañana 28 abril 1925].
Mostró luego que en un entorno infinitamente pequeño, tomado alrededor de un
observador en caída libre, es posible aplicar las leyes de la relatividad
restringida. Explicó que esto es debido a que, a pesar de la atracción
gravitatoria, el movimiento del sistema infinitamente próximo al observador no
tiene aceleración relativa con respecto a él. Con estas consideraciones
preparaba a la audiencia para su próxima conferencia, en la que se ocuparía
del espacio de cuatro dimensiones. El día 28
Einstein aprovechó a tomar un descanso, limitando sus actividades oficiales a
la ya anunciada cena de homenaje que le ofrecía la colectividad judía del
Uruguay, a las 20 horas. La cena tuvo lugar en el Hotel del Prado. La prensa se
hizo eco dando el nombre de un buen número de participantes. Reuniendo los
nombres dados por diversas fuentes periodísticas [La Razón 27 abril 1925, 10;
El Día 27 abril 1925, 5 y El Día 29 abril 1925, 6] es posible reconstruir una
lista detallada de los asistentes.[12] Recepción en la Facultad de Ingeniería Einstein fue oficialmente
invitado a visitar la Facultad de Ingeniería el día miércoles 29 de abril. El
Centro de Estudiantes lanzó una proclama invitando a todos sus socios, a
participar en el homenaje que la Facultad ofrecía al 'sabio Einstein.'
Aclaraba: "se encarece la asistencia puntual" [El Día 29 abril 1925,
6; firmaban el presidente de turno, José R. Fosalba y su secretario, Carlos R.
Végh Garzón. También, La Mañana 29 abril 1925]. En vista del entusiasmo que
demostraban los estudiantes, la prensa descontaba el éxito de esa visita a la
Facultad. Decía el día martes: "El de mañana ha de constituir sin duda
uno de los actos más hermosos ya que en él rinde homenaje al insigne maestro
toda una activa y estudiosa muchachada" [El Día (edición de la tarde) 28
abril 1925, 2]. El homenajeado
llegó a la Facultad a las 10 de la mañana, acompañado por un grupo de
profesores que habían sido designados para acompañarlo: los ingenieros Carlos
Berta y Bernardo Larrayoz, miembros del Consejo de la Facultad, y el cuerpo de
secretarios de Einstein: Geille Castro y sus auxiliares, que para esta
oportunidad fueron los bachilleres Carlos R. Végh Garzón y, como antes, Sánchez
González [El País 29 abril 1925, 3]. Había sido invitado también el Ministro
de Obras Públicas, ingeniero Álvarez Cortés. Entre las personalidades que habían
concurrido al acto se encontraba el Consejero Nacional ingeniero Carlos María
Morales, distinguido ingeniero de origen uruguayo, exdiscípulo de Valentín
Balbín [Ortiz 1993] en la Universidad de Buenos Aires, donde había tenido una
larga actuación académica antes de su retorno al Uruguay, que había dejado
por razones políticas. El Decano de la
Facultad, ingeniero Donato Gaminara y un grupo amplio de profesores y
estudiantes, recibieron a Einstein y a la delegación que lo acompañaba. Los
estudiantes formaron en la amplia escalera de honor del vestíbulo central del
edificio, frente a la entrada principal. Al entrar Einstein en el edificio, los
estudiantes lo recibieron con un aplauso clamoroso lanzando hurras por su
presencia en la Universidad y enseguida entonaron canciones estudiantiles
[Ingeniería 17 (1925) 3]. Luego de las
palabras de recepción del decano, una comitiva lo acompañó a recorrer
diferentes laboratorios e instalaciones de la Facultad, deteniéndose
especialmente en los laboratorios de mecánica —existen fotografías de esta
visita. Se dirigieron luego a la Biblioteca, donde el estudiante Luis A. André[13]
le hizo entrega de un diploma, [Ingeniería 17 (1925) 4] que lo acreditaba como
Socio Honorario del Centro de Estudiantes de Ingeniería y Agrimensura; además
le entregó una placa de oro con la inscripción: “A Albert Einstein, sabio y
maestro. Homenaje del Centro de Estudiantes de Ingeniería. Montevideo, abril de
1925”. Según informó
la prensa, Einstein se veía vivamente emocionado por la ruidosa recepción de
los estudiantes uruguayos. Con esta ceremonia terminó su visita a la Facultad
de Ingeniería. La especial relación que Einstein había establecido con los
estudiantes, fue un tema frecuentemente repetido en las crónicas de varios
diarios en ambas orillas del Río de la Plata [La Mañana 22 abril
1925, 3]. En esa misma mañana
se había reunido el Consejo Central Universitario bajo la presidencia del
Rector Dr. Elías Regules, a pedido del Consejo de la Facultad de Ingeniería.
El objeto de esta reunión era discutir la posibilidad de otorgar a Einstein el
título de Doctor Honoris Causa[14]
de esa universidad. En el acta de la Sesión Extraordinaria del 29 de abril se
destaca que ese nombramiento, el más alto honor que la Universidad podía
otorgar, tenía por objeto "perpetuar el recuerdo de la visita que
[Einstein] hizo a esta institución Universitaria, honrándola además con una
serie de conferencias" [Actas del Consejo de la Universidad de la República,
29 abril 1925]. Al referirse a
este homenaje, el diario La Mañana destacaba que Einstein ha sido capaz,
"por la potencia de su capacidad creadora, de llamar poderosamente la
atención de todos los estudiosos del mundo entero, desde seis años a esta
parte, con la completa exposición de su teoría física de la Relatividad"
[La Mañana 30 abril 1925, 3]. Esta referencia destacaba una vez más, y con
marcada precisión, el impacto que los resultados del eclipse de 1919 habían
tenido sobre la opinión pública mundial. La recepción en el Senado El mismo día
29, por la tarde, Einstein había sido invitado a visitar el Senado Nacional.
Llegó a las 17:30, pocos momentos antes de iniciarse la sesión, y fue recibido
por el Presidente de ese cuerpo, Dr. Juan Antonio Buero y por su secretario,
Ubaldo Ramón Guerra. El breve discurso de Buero[15],
es una de las piezas más significativas de cuantas se pronunciaron durante los
días que duró la visita de Einstein. Siguiendo a otros oradores, Buero lo
comparó con Kepler, Galileo y Newton, dijo además que "Su presencia
humana y tangible es, por lo mismo, casi inverosímil cuando se piensa en la
enorme trascendencia que revisten sus conceptos de mecánica y de filosofía en
la aplicación general a todos los conocimientos humanos". Una de las
referencias que Buero utilizó para situar a Einstein en la constelación de los
grandes sabios, fueron los escritos del astrónomo francés Charles Normand, que
con su libros y con sus artículos -estos últimos reproducidos por el diario la
Prensa de Buenos Aires-, había contribuido poderosamente a crear, en ambas
orillas del Plata, una corriente de opinión en favor de la teoría de la
relatividad. Buero afirmó que "hombres tan eminentes como Carlos Normand,
sostienen "que si Aristóteles es el fundador de la ciencia antigua y
Newton de la moderna, Einstein lo es de la del porvenir”; asimismo destacó su
coraje, al atreverse a intentar levantar el velo que cubre a algunos de los
misterios más fundamentales de la cosmogonía. En quizás la parte más
interesante de su discurso, Buero hizo referencia a la significación más
profunda de la visita de Einstein. Su actitud frente al visitante de afuera,
percibido como posible heraldo en el extranjero de lo que ocurría entonces en
el país, es clara frente a esta visita. El afirmó que la visita de Einstein
tenía que ver con la posición del Uruguay en el campo de la cultura, y por eso
dijo que el saludo que le daba el Senado debía interpretarse, como "la
demostración de que en esta parte de América, y a pesar de la modestia de
nuestros medios científicos, también se sigue con admiración y con cariño
esta enorme y victoriosa tentativa por revelar el gran misterio del mundo". La última
conferencia Ese mismo día
29 de abril, Einstein dictó su última conferencia en Montevideo. Hubo alguna
confusión sobre el día y hora en que ésta sería dictada, ya que inicialmente
había sido fijada para el día martes [La Razón, 29 abril 1925, 10]. Tampoco
había ayudado el tiempo; el día se había abierto con mal tiempo y una lluvia
persistente. Las autoridades temían que habría una gran merma en la audiencia.
Sin embargo no fue así. Al entrar Einstein en el Salón de Actos este estaba
nuevamente repleto. En una nota de intimidad con su público, Einstein saludó a
los presentes, que habían sido capaces de desafiar la tormenta, como ‘les
plus courageux’. En esta tercera
y última conferencia, Einstein reinició el tratamiento de la teoría de la
relatividad generalizada para los campos gravitatorios, señalando que a pesar
de la gran masa de los astros, el principio de relatividad restringida es
aplicable aún en la vecindad infinitesimal, para sistemas de coordenadas
locales animados de la propia aceleración de la gravedad. En esas regiones
infinitesimales las leyes que expresan las propiedades de la naturaleza
permanecen invariantes. La complicación aparece cuando se quiere abarcar
espacios físicos, allí la geometría euclidea no es ya aplicable; ésta
solamente lo es lejos de masas gravitatorias. Einstein señaló que su problema
al introducir la consideración de campos gravitatorios, se había visto
facilitado por estudios que Gauss y Riemann habían hecho con anterioridad sobre
la noción de coordenadas curvilíneas. Esos estudios, dijo, se habían hecho
sin relación alguna con problemas físicos; Gauss y Riemann abordaron ese
problema desde el punto de vista de la matemática pura. Con ayuda de esas
herramientas matemáticas, Einstein escribió las ecuaciones diferenciales que
quedan invariantes para los diferentes sistemas. A este punto
Einstein, algo apremiado por la hora, pasó a ocuparse de las comprobaciones
experimentales de su teoría, explicando: 1) que ella había dado los doce
segundos de diferencia que Leverrier encontró para el perihelio de Mercurio; 2)
que la expedición del eclipse de 1919 había comprobado la curvatura de los
rayos de luz cerca de las grandes masas; y, 3) que el fenómeno del corrimiento
de los rayos del espectro hacia el rojo, que él había predicho, también había
sido comprobado experimentalmente. Einstein dijo entonces, que la luz es un
reloj natural que marcha más lentamente en el sol. Con estas palabras terminó
el ciclo de sus conferencias uruguayas. Al final de la conferencia, Einstein
debió permanecer en el aula por un tiempo prolongado, recibiendo el saludo de
profesores, ingenieros y estudiantes. Sin duda, el suyo fue el ciclo de
conferencias científicas de mayor trascendencia en Uruguay en el siglo pasado.
Su público supo comprender la importancia de ese momento. La recepción en la Embajada de Alemania En la tarde del
mismo día 29, la delegación alemana ofreció una recepción en homenaje a
Einstein, presidida por el Ministro Plenipotenciario en Uruguay. A ella fueron
invitados sólo aquellos que por un motivo u otro hubieran tenido relación con
el sabio conferencista. Las nóminas periodísticas incluyen nombres de
personalidades científicas y políticas del Uruguay, pero no de personalidades
de Alemania residentes en Montevideo [El Bien Público, 30 abril 1925, 3]. Ya en Argentina
había habido muestras de hostilidad hacia Einstein por una parte de la
comunidad alemana local. Ésta estaba entonces profundamente dividida, un grupo
importante era hostil a las manifestaciones pacifistas de Einstein. Entre los
presentes se encontraban el presidente electo del Consejo Nacional Dr. Luis
Alberto de Herrera, el Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Juan Carlos
Bianco; señores Alvaro Saraleguy, Carlos Mondillo, Carlos del Castillo, Alfredo
Costediños, doctores Max Gayer y Roberto Buero, y los ingenieros Geille Castro
y Gaminara. El último día Einstein pasó
la mañana del día jueves 30 en compañía de amigos.[16]
A las 18:00 la Asociación Politécnica le ofreció un homenaje en su local
social de 18 de Julio y Cuareim [La Mañana 29 abril 1925], que fue seguido de
un lunch. Este fue un homenaje más sencillo [Ingeniería 1 (1925) 3] que otros
que recibió el sabio visitante. Su presidente, el ingeniero Sudriers, le hizo
saber que la Comisión Directiva de la Asociación había resuelto transmitir a
la Asamblea General de socios, como lo requerían los estatutos, su recomendación
para que Einstein fuera designado Socio Honorario. Por la noche, a las 21 horas
y nuevamente en el Hotel del Prado, se celebró un banquete en homenaje a
Einstein, organizado por la Universidad, al que había prometido asistir el
Presidente de la República [Ingeniería 17 (1925) 3 dice que efectivamente
asistió] y numerosas personalidades de gobierno.[17]
Desde luego, estuvieron presentes Consejeros Universitarios y profesores de
diversas facultades. En esa oportunidad, Einstein recibió de manos del Decano
de la Facultad de Ingeniería un nuevo pergamino y diploma, este último lo
acreditaba como profesor Honorario de la Universidad de la República [El Día 2
mayo 1925, 5]. El pergamino fue preparado por uno de los más reputados calígrafos
del Uruguay en esa época, el Sr. Miguel J. Copetti. La Universidad invitó a
asistir al acto a una delegación estudiantil. Después de
terminado el banquete se pasó al salón de fiestas del Hotel del Prado, donde
una comisión de damas había organizado una velada musical de homenaje al
sabio, en la que se escuchó "la bellísima voz de la señorita María
Delia Corchs", a quien acompañó al piano el maestro Fabini [La Razón 29
abril 1925, 10]. Luego de este acto cultural, los estudiantes de ingeniería,
también presentes, entonaron en su homenaje algunas de 'sus más originales
canciones'. La partida El Decano de la
Facultad, los presidentes de la Asociación Politécnica y del Centro de
Estudiantes invitaron a profesores y estudiantes a despedir a Einstein, en el día
de su partida hacia Río de Janeiro. Esas exhortaciones parecen haber sido
tenidas en cuenta, ya que un buen número de profesores y estudiantes se
congregaron a despedir al sabio visitante. Einstein partió de Montevideo el 1º
de mayo en el vapor 'Valdivia'. A causa de ser ese el Día de los Trabajadores,
el vapor no atracó a la dársena sino al muelle. Una vez iniciada la partida,
Einstein subió a la cubierta, y permaneció allí saludando con su sombrero a
sus nuevos amigos hasta que el vapor dejó de divisarse. Según testimonio del
Ing. Maggiolo había sido un "inolvidable día otoñal" [El Día 10
mayo 1925, 6]. Evaluaciones de
la visita de Einstein a Montevideo Críticas y
refutaciones Las referencias
críticas y las refutaciones a la teoría de la relatividad que se hicieron en
la prensa uruguaya, se concentran en un grupo pequeño de periódicos: El Bien Público,
El País y La Tribuna Popular. Otro diario, La Razón, se hizo también eco de
refutaciones, pero con un espíritu más abierto que el de los tres primeros. Como en Buenos
Aires, el público que asistió a las conferencias de Einstein fue motivo de
numerosos comentarios. La reacción del diario El Bien Público fue cautelosa en
sus referencias a Einstein, ahorrando las grandes alabanzas que no le
escatimaron otros periódicos uruguayos. Declaró 'rara' su fama desde que
"pocos saben a ciencia cierta en qué consiste el contenido esencial de su
tesis de la relatividad" [El Bien Público 24 abril 1925, 3]. Señaló ese
mismo diario, que Einstein 'pretendía' introducir grandes innovaciones en la
ciencia. No sin razón, destacó también el carácter heterogéneo de la
audiencia que recibía sus conferencias [El Bien Público 25 abril 1925, 1].
También El País, al comenzar el ciclo de conferencias decía de la
concurrencia, en un tono burlón, "que no sabemos si [es] tan docta como
curiosa" [El País 26 abril 1925, 6], lo que era obvio. Ironizando acerca
de la relatividad, El Bien Público decía que quizás "no faltarán
deudores que la opongan como excepción legal a sus acreedores ni políticos que
por ella expliquen el propio proceder a sus electores". Terminaba
expresando que "Ya veremos como la relatividad hará de las suyas" [El
Bien Público 24 abril 1925, 3]. El redactor de
El Bien Público perdió la oportunidad de escuchar las palabras de Einstein a
su llegada, y por ello debió reproducir lo dicho por su colega El Plata. En un
artículo titulado Einstein nos desconsuela [...] [relativamente] [El Bien Público
25 abril 1925, 1] se reproduce un diálogo interesante, en el que se le atribuye
a Einstein haber declarado que en sus conferencias no presentaría ejemplos,
sino que simplemente evitaría dificultades. Preguntado si eso no era hacer
vulgarización, Einstein habría replicado que la gente entiende o no y que
vulgarizar no mejora las cosas. A la pregunta de quiénes podían entender sus
teorías, habría dicho que los ingenieros son los que generalmente lo entienden
mejor, que los médicos comprenden a veces un poco, pero menos de lo que creen,
y que los demás suelen no comprender nada. Sobre la base de estas supuestas
declaraciones, el articulista declara a los médicos relativamente dentro del
debate y a sí mismo, con razón, absolutamente fuera de él. Ese mismo
reportero dice en otra parte de la misma nota, que no pudiendo olvidar que
estaba en el Uruguay, le hizo preguntas políticas. Einstein habría declarado
que se vivía en una época en liquidación y al comienzo de otra nueva, muy difícil
de imaginar, ya que toda extrapolación se basaba en experiencias pasadas. No
creía que el futuro fuera ni 'el paraíso bolsheviqui [sic] ni los extremos
opuestos, ni la vieja democracia'. Con marcado desdén, el articulista señalaba
que nada nuevo hay en sus ideas, y que seguramente Perogrullo era un
relativista. En una nota
titulada Montevideo intelectual [...] El Bien Público señalaba
nuevamente que en el auditorio "heterogéneo y abigarrado" del maestro
"se encontraban representantes de todas las jerarquías [sic] condiciones y
capacidades tanto intelectuales como sociales, económicas o civiles" [El
Bien Público 29 abril 1925, 1]. Indicaba también, no sin cierta agudeza, que
entre ellos había "muchos encantados, patrióticamente regocijados por el
hecho". La cuestión de la percepción extranjera del Uruguay a través de
los visitantes surgió nuevamente. El periodista señaló que desde la visita
reciente de Eugenio d'Ors y, después de él, de otros conferencistas
extranjeros [véase: Ortiz 1989], llamar a 'Montevideo la Nueva Atenas del
Mundo', se había convertido en un lugar común. Pensaba el autor de la nota que
más que dos mil atenienses, había habido al término de esa conferencia 'dos
mil heroicos luchadores contra el opio y la incomprensión'. Utilizando una
opinión atribuida a Rey Pastor, expresaba que 'la cuestión no es de matemáticas',
para explicar porqué los matemáticos no habían entendido; tampoco los físicos
y los filósofos, porque carecían de alguna de las tres componentes
indispensables, a juicio del autor de la nota, para seguir las conferencias: física,
matemáticas y filosofía.[18] En Montevideo,
como en otras capitales de la América Latina, en la primera mitad de los años
veinte se vivían momentos de transición y de cambio. Indudablemente el público
local instintivamente asociaba a Einstein con la irrupción de ideas nuevas,
incluso ideas revolucionarias, que prometían la creación de un mundo diferente
del conocido antes de la primera Guerra Mundial. Un cierto recelo por el éxito
del conferencista, difícilmente explicable en Montevideo sólo en términos de
la importancia científica de su teoría, aparece más claramente en esa misma
nota. Su autor se expresa despectivamente acerca de la relatividad, a la que
visualiza como explicada en términos de 'comerciantes al menudeo'. Sin duda no
es esta ciencia, que atrae un público que desborda auditorios, la que el autor
de la nota favorece. Continúa su ataque centrándose en la banalidad del
auditorio. El uso del idioma francés era, en América Latina, una medida de
buena cultura, de educación en buenos colegios. La nota señala la
superficialidad de los jóvenes bachilleres que, con suficiencia, elogian la
claridad del idioma y la facilidad de las lecciones. Los extranjeros entran en
el mismo paquete: anticipando en un grupo de alemanes una total ignorancia del
idioma francés, los ridiculiza por su entusiasmo por la conferencia de la que,
afirma, no deben haber entendido palabra [El Bien Público 29 abril 1925, 1]. Es
una lástima que su dominio del idioma francés no le haya permitido notar al
autor del artículo, que Einstein mismo lo hablaba con dificultad. La posición de
la mujer en estas conferencias, mereció también algunos comentarios
similarmente ácidos de parte del periódico antes citado, en los que su posición
social fue parte de las evaluaciones. Nos dice que "Damas empingorotadas
—aunque sin calzar alto coturno—[19]
han exclamado gozosas al terminar la lección nada relativamente incomprensible:
'¡pero qué interesante que es esto!'" [El Bien Público 29 abril 1925,
1]. No habrían faltado tampoco las 'niñas bonitas y coquetas', que
aprovecharon las conferencias para flirtear con asistentes del sexo opuesto.
Esta visión de la participación femenina es innecesariamente superficial, ya
en esos años la mujer tenía una posición muy definida dentro del ambiente
cultural de Montevideo, no sólo en la poesía, donde había alcanzado niveles
excepcionales, sino que habían ya mujeres graduadas en ingeniería: Juanita
Pereyra y Emilia Loedel Palumbo, ambas se desempeñaban en la Dirección de
Vialidad. Entre los estudiantes, Clara García Médici tenía una participación
activa en la comisión de asuntos universitarios del Centro de Estudiantes de
Ingeniería. La segunda de las nombradas era hermana del conocido físico
Enrique Loedel Palumbo, que tuvo una actuación destacada en Buenos Aires
durante la visita de Einstein. Las preguntas que este físico de origen uruguayo
formuló a Einstein en un acto organizado por la Academia de Ciencias fueron,
sin duda, la más atinadas. Ellas dieron por resultado la única publicación
científica que fue fruto directo del viaje de Einstein a Sudamérica. El
trabajo de Loedel Palumbo fue publicado en Physikalische Zeitschrift, en
Alemania [también en la serie Contribuciones Científicas, de la Universidad de
La Plata, Ver Ortiz 1995]. Varios diarios metropolitanos se hicieron eco de artículos
aparecidos en otros periódicos, principalmente de Buenos Aires, en los que se
hacían críticas a la teoría de la relatividad. Uno de ellos, publicado en el
diario El País [2 mayo 1925, 3] señalaba dificultades en la comprobación de
la teoría. Además citaba el hecho que trabajos
recientes del Dr. Daiton Miller,[20]
de Cleveland, basados en sus estudios realizados en Mount Wilson, y que
mostraban que existiría una 'corriente de éter', cosa que, el periódico decía,
rechazaba 'el sabio semita'. El articulista se refiere a una serie de
experimentos realizados por ese físico americano, en relación con el clásico
experimento de Michelson y Morley sobre el movimiento de la tierra respecto del
éter. Sus trabajos, orientados a preservar la existencia del éter, trataban de
demostrar la posibilidad de que la tierra, debido a su masa, arrastrara con ella
una porción del éter en su vecindad. Se comprobó que los resultados a que
hace referencia esta noticia eran incorrectos. El artículo de El País hace
notar, sin embargo, que aún si la teoría de Einstein se viera refutada,
subsistirían 'muchas afirmaciones y comprobaciones matemáticas', 'continuarían
descalificadas muchas de las viejas creencias de la matemática clásica' y
sobre todo, seguiría en pie 'el espíritu del relativismo, ese que es el signo
de los tiempos'. Aunque al comienzo del artículo se habla de Einstein como 'el
sabio alemán', designación casi unánimemente usada por la prensa Uruguaya
—lo que fue muy del agrado de la Embajada Alemana en Uruguay—, esta es una
de las muy raras ocasiones en la que su nacionalidad aparece ligada a
consideraciones raciales o religiosas.[21] Otra referencia
crítica de la teoría de la relatividad, publicada el día 22 en Buenos Aires,
fue reproducida por La Tribuna Popular [Tribuna Popular 23 abril 1925, 10]. Se
trataba de una impugnación de la que era autor Dante Tessieri, un personaje de
la pseudo-ciencia de Argentina. El autor de la nota expresaba que el 'notable
trabajo físico' de Tessieri coincide con el de otro 'intelectual argentino', no
identificado, que habría demostrado que no existe 'ni el éter ni la atracción'.
La falta de eco que este trabajo había encontrado en los grandes diarios de
Buenos Aires, se atribuía a que sus ideas eran 'demasiado revolucionarias'.
Tessieri, por su parte había desafiado a los profesores de la universidad, a
que encontraran algún error en sus ecuaciones, sin recibir respuesta. Sin tomar
partido, el periódico se limitaba a comentar que Einstein mismo había
"manifestado que no esperaba que sus lecciones despertaran tanto interés y
apasionamiento en la juventud del Río de la Plata". La Tribuna
Popular [24 abril 1925, 10] publicó una segunda nota crítica de la teoría de
la relatividad, en su edición del día 24. Nuevamente reproducía una nota
publicada en Buenos Aires, en este caso era una entrevista con el Dr. Claro
Cornelio Dassen —a quién se le dio el nombre erróneo de Dasseni—, que era
profesor en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires.
Dassen se resistió inicialmente a contestar preguntas sobre la relatividad por
considerar que estaba 'fuera de la órbita del público grueso'. Preguntado
sobre los efectos de la visita de Einstein a Argentina, respondió que ‘En el
orden práctico, la visita de Einstein no ha producido resultado alguno'. El
argumento de Dassen era que todo lo que Einstein podía decir se encontraba ya
en 'su libro'. El periodista no parece haber quedado satisfecho y Dassen agregó
que, desde luego, había dado la posibilidad de conocer a Einstein personalmente
y que este era 'Una excelente persona'. Señaló, sin embargo, que su actuación
en Buenos Aires había sido 'completamente pasiva', y que no había 'hecho
ninguna demostración que permita aquilatar su valor'. Sobre su teoría, Dassen
expresó que la suya era 'una teoría que entre el elemento científico,
equilibrado, no puede sino recibirse con escepticismo'. Escepticismo
había sido una de las características más salientes de la personalidad
compleja de Dassen, uno de los primeros doctores en matemáticas de la
Universidad de Buenos Aires y un hombre dotado, sin duda, de talento. Su tesis
de doctorado es una de las pocas del siglo diecinueve en Argentina, que han
merecido un comentario de figuras científicas de primera magnitud. Ese mismo
escepticismo lo había hecho afirmar que no debían estimularse los estudios
matemáticos en Argentina, hasta tanto apareciera un verdadero genio. Dassen creía
que era erróneo estimular a los jóvenes más allá de sus verdaderos
intereses, ya que la matemática no ofrecía medios de vida. Su escepticismo lo
llevó también a oponerse decididamente a los esfuerzos de Valentín Balbín
por reactivar la matemática en Argentina a fines del siglo diecinueve, y más
tarde a Rey Pastor, cuando este llegó a la Argentina portador de las nuevas
ideas de la avanzada matemática alemana. Dassen había tenido fuertes choques
con varias personalidades de su tiempo, entre ellos con Jorge A. Duclout. Este
último, había expresado interés por la teoría de la relatividad, y junto con
el poeta Leopoldo Lugones, jugó un papel importante en la promoción de la
visita de Einstein a la Argentina, que luego tendría por resultado su visita al
Uruguay. Dassen
afirmaba, con razón, que no era posible hablar de consecuencias de la
relatividad en la vida corriente, y que las correcciones que Einstein había
hecho a la mecánica newtoniana no tenían[22]
consecuencias prácticas para el ingeniero. Concedía, sin embargo, que ‘las fórmulas
dadas por Einstein pueden ser de utilidad para la mejor apreciación de los fenómenos’.
En cuanto a la teoría sobre la finitud del universo, la situaba en el terreno
de la fantasía. Dassen citó a Émile Picard y a Émile Borel en apoyo de sus
argumentos. Ninguno de esos ilustres matemáticos había consolidado su
prestigio como una autoridad en la teoría de la relatividad. La teoría de
la relatividad continuó teniendo críticos aún después de la partida de
Einstein. Uno de ellos fue el astrónomo ingeniero José Llambías de Olivar,
que publicó una serie de artículos [Llambías de Olivar 1925]. En 1927 volvió
sobre el tema con un artículo sobre el experimento de Michelson y los más
recientes de Miller, de 1905 y 1906. repetidos en Mount Wilson a partir de 1921,
con un interferómetro más sensible que el empleado por Michelson [Llambías de
Olivar 1927]. Este último trabajo sugiere que Llambías de Olivar puede haber
sido la fuente usada por el diario El País en la referencia a Miller que hemos
dado más atrás. Aún si equivocadas, las críticas a la teoría de la
relatividad formuladas por el astrónomo uruguayo Llambías de Olivar, tuvieron
cierto impacto en los círculos católicos del Río de la Plata. El astrónomo
jesuita José Ubach, hizo referencia a ellas en su evaluación de las ideas de
Einstein en Buenos Aires en 1924 [Ubach 1920]. Ironías acerca
de la relatividad La Razón [11
mayo 1925, 3], de Montevideo, reprodujo días después de su partida una poesía
que Leopoldo Lugones escribió al doctor Murature, poco antes de que éste
emprendiera un viaje a Europa. Lugones le deseaba buen viaje y se excusaba por
no poder asistir a una cena en su homenaje, debido a que Einstein cenaba esa
noche en su casa. Jugando graciosamente con el lenguaje, decía Lugones: Simultáneo en dos puntos o estando Sin estar, 10 que es muy elegante Ya me tienen ustedes delante Y a la vez con el sabio cenando Comentaba el
articulista, que más que 'poesía relativista' era una poesía muy bien
versificada. Otra nota del
mismo diario se hace eco de una reafirmación de su fe en la mecánica
'clasico-caduca' rechazada por Einstein, que acababa de hacer Martín Gil en
Buenos Aires. En verdad, ésta era una humorada del popular astrónomo y
predictor de catástrofes. Martín Gil aconseja no dejarse influir por un exceso
de convicciones abstractas, no dejar de dar cuerda al reloj cada noche, procurar
no encontrase violentamente en el espacio relativo de un taxi, y evitar en lo
posible las llegadas tarde al empleo. Casi enseguida
de la partida de Einstein de Montevideo, La Tribuna Popular publicó aún otra
referencia humorística a la relatividad. Se trataba de dos políticos
—Barrandeguy y Astigarraga— que integraban una comisión del Consejo
Municipal que debía investigar irregularidades en los Casinos y Hoteles
Municipales. El resultado de sus investigaciones era muy difícil de entender.
Afortunadamente, dijo La Tribuna Popular, Einstein había explicado que también
su teoría estaba sólo al alcance de sólo ocho sabios. Señalaba, sin embargo,
que mientras Einstein era un sabio, aquellos políticos eran dos tiburones [La
Tribuna Popular 2 mayo 1925, 1]. Alberto Zum Felde y su
visión de la visita de Einstein: el impacto negativo de la obra de Ortega y
Gasset El filósofo
uruguayo Alberto Zum Felde publicaba entonces una sección de cultura y arte en
el diario El Día. Para su entrega del 25 de abril escribió un artículo
titulado “Einstein el incomprendido” [El Día (edición de la tarde) 25
abril 1925, 8], en el que ironiza acerca de la masa de obras que pretendían
divulgar la teoría. Hay también en su artículo una referencia implícita al
propio autor de la teoría de la relatividad, que en tres clases habría de
explicar su teoría al público de Montevideo. En su artículo, Zum Felde es
suficientemente respetuoso como para no hacer esta última reflexión explícita,
ni tampoco comentar que Einstein mismo era autor de un libro de divulgación
sobre su propia teoría. Zum Felde
comienza recordando a sus lectores que cuando un periodista porteño le pidió a
Einstein una explicación de su teoría, éste le contestó que sólo los
versados en las matemáticas superiores y la física podían entenderla.
Pareciera que en Montevideo, como hemos ya indicado, Einstein habría extendido
ligeramente ese círculo, expresando que los ingenieros pueden entender algo de
su teoría. Era necesario que Einstein hiciera esta diferenciación, ya que
Montevideo, a diferencia de Buenos Aires, no tenía en su universidad una
carrera específica de física o matemáticas. De todos modos, el círculo seguía
siendo sumamente restringido. Era cosa de iniciados, de apóstoles. Ante la cuestión
de ampliar ese círculo, Zum Felde señaló la contradicción que existía entre
esta afirmación de Einstein, y la multitud de libros que ofrecían entonces las
librerías de ambas costas del Plata, tratando de vulgarizar la teoría. Luego
de desautorizar la divulgación, Zum Felde con razón se pregunta qué harían
los autores de esos libros después de su ataque: los retirarían de las librerías,
o preferirían 'dejarlos allí dormir el sueño de las cosas inútiles'. La
respuesta era clara. Finalmente, ante la visita del autor, comentó: 'qué
fracaso para la copiosa literatura científica editada acerca de la estupenda y
misteriosa teoría'. Zum Felde
encuentra en las declaraciones de Einstein un alivio y un consuelo para aquellos
lectores, que 'después de leer con toda la atención y la reconcentración de
que son capaces', han encontrado que debían 'confesar que no entendían nada'.
Las declaraciones de Einstein le han devuelto la serenidad a los que trataron de
entender, sin naturalmente lograrlo: 'Ahora
toda esa farsa einsteiniana ha concluido'. Si bien es
cierto que es probable que muy poco se haya recogido de aquella siembra, no cabe
duda de que la polémica de la relatividad, aún cuando pedestre desde un punto
de vista estrictamente científico, sin duda contribuyó a elevar las miras y
hacer más notorias las deficiencias de una cultura fundamentalmente literaria,
en la que la ciencia, motor de cambios tan básicos en relación con nuestra
concepción del mundo, había sido dejada de lado. Esto sólo bastaría para
justificar tantos desvelos. En la parte
final de su artículo, Zum Felde hace referencia a un paralelo, infeliz, que
Einstein supuestamente habría hecho entre la música y su teoría: le atribuye
haber dicho que quien no puede leer el pentagrama no puede entender la música,
y que lo mismo se aplicaría entre las matemáticas superiores y su teoría.
Quizás ignorando los intereses musicales de Einstein, es que Zum Felde sale al
encuentro de este anacronismo. En un segundo
artículo, titulado “Einstein, fenómeno de decadencia?”, Zum Felde discute
ideas de Ortega y Gasset sobre la relatividad. El filósofo español se presentó
como un heraldo de la relatividad de Einstein, promoviendo una teoría suya, el
perspectivismo, enunciada en 1916, y que nada tenía que ver con la teoría
matemática de Einstein. La despedida Agradecimientos
por la visita El diario La
Razón [2 mayo 1925, 1] publicó una interesante nota como comentario final de
la visita de Einstein al Uruguay. Destacaba que Con la misma humilde
sencillez y el mismo pasito cansino con que descendió la planchada de uno de
los 'Ciudad' que lo trajo de Buenos Aires, hace una semana, cuando llegó a
nuestro país, ascendió ayer al 'Valdivia', que lo esperaba en el antepuerto,
el sabio Alberto Einstein. Desprovisto de todo aparato y de toda teatralidad,
con su cabeza cana de largas melenas y su expediente general sin protocolo, un
poco infantil y un mucho de humilde. Había dejado
Montevideo 'la más fuerte mentalidad de la época, que apasiona con febril
interés a todos los hombres de ciencia de todo el mundo entero'. Destacaba
también que Einstein 'comunica ante todo esa impresión cuasi pueril de
serenidad, de bondad y de tolerancia que es característica de los que no han
perdido la fe, o de los que han vuelto a recobrarla mediante un equilibro
perfecto del espíritu y un dominio completo de la inteligencia'. Hacía notar
también que Einstein había aparecido cuando las ciencias físicas y matemáticas
se encontraban en un momento de crisis, es entonces que 'en un rincón de Europa
aparece nuevamente un redentor judío'. Continuaba diciendo que aún cuando la
teoría de Einstein no invada el terreno de lo hipotético, es precisamente por
sus formidables afirmaciones acerca del espacio y el tiempo, por mostrar 'que el
universo pueda ser apreciado por la mente del hombre', que ha sido capaz de
atraer un interés tan amplio y tan agudo. Es por ello que el articulista ve en
la relatividad 'una grande obra de belleza'. En esa evaluación positiva de la
visita, se le atribuía haber removido ‘problemas
científicos entre
nuestros estudiosos',
y haber
agitado 'cuestiones de tan hondo interés exterior para todo el mundo'.
Se afirmaba que si antes de su viaje se le respetaba, ahora se le
admiraba y se le consideraba 'con una profunda simpatía personal'. Einstein, en
la visión del autor, había redimido de 'sus pecados de petulancia y de
soberbia a la figura clásica del profesor europeo que todo lo sabe y todo lo
menosprecia'. Sintetizaba su pensamiento expresando que, 'la visita de
Einstein es
de las
que el
país debe
agradecer porque
son positivamente útiles a su progreso moral y a su cultura. Estas
palabras perceptivas encierran quizás la evaluación más precisa de como fue
vista su visita, tanto en Uruguay como en Argentina y Brasil'. La revista
estudiantil Ingeniería publicó una nota sin firma, escrita por uno de los
estudiantes que acompañaron a Einstein durante su visita. En ese artículo se
destaca el aspecto humano de Einstein, su afabilidad, su sinceridad y su amor
por la naturaleza. Recuerda el autor con nostalgia los paseos a pie que hizo en
compañía de Einstein por Pocitos, "desde Trouville hasta el otro lado de
la ensenada; otro día desde Carrasco hasta Punta Gorda" [Ingeniería 17
(1925) 9-10], en los que se discutió sobre ciencia, enseñanza, política y
otros temas. Recordó también que Einstein podía detenerse en medio de una
conversación seria para contemplar el trabajo de las hormigas. Ecos finales de la visita
de Einstein: los post-mortems de
Maggiolo y Geille Castro Pasadas algunas
semanas de su partida de Montevideo, varios periódicos intentaron evaluar el
impacto que había dejado la visita del sabio a Montevideo. En su edición del
10 de mayo, El Día [p. 6][23]
publicó una entrevista al ingeniero Carlos Maggiolo. Con esta entrevista se
trataba de hallar una respuesta a través de la visión de uno de los más
distinguidos ingenieros uruguayos de la época. Maggiolo, que había tenido un
trato frecuente con Einstein, dio testimonio, 'con esa, su palabra tranquila y
profunda', de la sencillez y accesibilidad del visitante, de su modestia 'casi
infantil', calificándolo como 'ajeno al alcance portentoso de su obra', que en
todo momento 'procura hacerla olvidar'. Señaló también su resignación frente
a los agasajos de que era objeto, su alegría franca y comunicativa y su
cordialidad; indicó también que no dudaba que el carácter de Einstein tenía
un perfil muy definido. Notó en él una falta de ambigüedad en sus opiniones,
que encontraba característica de un hombre habituado a reflexionar
profundamente. Maggiolo hizo
también referencia a la preferencia de Einstein por las cosas simples, como él
dijo: por la vela en lugar del vapor. El periodista le preguntó si la visita
había dejado alguna huella profunda, a lo que Maggiolo contestó que creía que
si. Dijo que sus conferencias fueron hábilmente planeadas, para presentar en sólo
tres lecciones un panorama de cuáles eran los problemas centrales de su teoría.
Hizo notar que éstas habían sido seguidas con avidez. Aquellos que ya se habían
iniciado en la física matemática, habían tenido la oportunidad de escuchar su
palabra precisa, los otros 'han sentido la alta emoción' de escuchar
sugestiones elevadas y de presenciar su magnífica personalidad. Pensaba
Maggiolo que también fuera del recinto en el que Einstein pronunció sus
conferencias, se dejó sentir su presencia: había 'removido el ambiente'. Ante
la pregunta infaltable de cómo había visto Einstein a los uruguayos, respondió
que él creía que había simpatizado con el Uruguay, y que no había cesado de
expresar su agrado por la sencillez de las costumbres que allí había
observado. El 15 de mayo
El Día [p. 5] publicó una nueva evaluación de la visita, entrevistando al
ingeniero Amado Geille Castro en la sala de su casa, saboreando un cigarrillo
rubio. Geille Castro era hombre de palabra vivaz y de temperamento apasionado.
Geille Castro era el hombre en Uruguay que había seguido a Einstein más de
cerca, el único que compartió plenamente sus dos experiencias en ambas orillas
del Río de la Plata. Su testimonio tiene por ello un interés muy particular. Geille Castro
comenzó historiando la visita de Einstein. Más de un año atrás la
universidad había votado fondos para que Einstein 'llegara también a nuestro
medio y elevara el ambiente con su presencia'. Dijo que quizás por un error de
procedimiento, nada se había formalizado cuando Einstein pasó por Montevideo
rumbo a Argentina. Fue entonces que la Facultad designó a Geille Castro para
que se trasladara a Buenos Aires, y permaneciera allí durante todo el período
de las conferencias, representándola y beneficiándose con las lecciones. Dijo
que fue fácil lograr que Einstein aceptara visitar el Uruguay, y que él lo
hizo durante el viaje a Buenos Aires. Einstein 'tenía las más altas
referencias de nuestro país y la realidad fue que se mostró vivamente
interesado en visitarlo'. Geille Castro hizo notar que este era un gran honor,
ya que Einstein había rechazado invitaciones de otras ciudades para que las
visitara, concretamente de San Pablo, Santos y Santiago de Chile. El artículo
dice erróneamente que 'sabido es que en la Argentina Einstein sólo dio
conferencias en Buenos Aires, no aceptando las invitaciones que le formularon
otras Universidades del país hermano, algunas de las cuales habían contribuido
pecuniariamente a su viaje'. Einstein, en efecto, visitó Córdoba y La Plata,
además de Buenos Aires. Es interesante
notar que Geille Castro parece ignorar la existencia de un segundo nivel en el
montaje de las visitas de Einstein. Este nivel corresponde a las diligencias
iniciadas por intelectuales judíos argentinos, pertenecientes a la nueva
Asociación Hebraica Argentina —más tarde Sociedad Hebraica Argentina—, con
organizaciones de las comunidades judías de otros puntos (Chile, Uruguay,
Brasil). Ellos propiciaban un ciclo más amplio de conferencias que, de haberse
concretado, pudo haber hecho regresar a Einstein por vía del Pacifico [véase
Ortiz 1995]. La suma solicitada por la Facultad de Ingeniería al gobierno, para
cubrir los gastos de la visita de Einstein a Montevideo, mil pesos, y luego
reducida por éste a la mitad, es idéntica a la que las autoridades de la
Asociación Hebraica propusieron a Einstein en una carta fechada el 9 de Enero
de 1924,[24] cuando por primera vez se
discutió la posibilidad de su viaje a Montevideo. En el artículo,
Geille Castro relata también una anécdota según la cual Einstein habría
preparado un discurso para la sesión inaugural, 'durante la travesía', que no
llegó a pronunciar. Sus amigos argentinos le habrían aconsejado modificarlo,
por estar demasiado sumergido en problemas de ciencia pura, cuando la audiencia
sería 'un público de familias'. El escritor colombiano Baldomero Sanín Cano,
residente y diplomático en Buenos Aires por largos períodos, ha indicado también
la existencia de ese discurso. Sobre el ciclo
de conferencias de Buenos Aires, Geille Castro dijo que había sido muy bueno,
que lo había seguido atentamente junto con un núcleo selecto de profesores de
esa universidad, que al final de cada conferencia acosaban a Einstein con
preguntas. Se le preguntó si el ambiente argentino 'era propicio a estas
elevadas manifestaciones científicas'; su respuesta fue: 'Hay en Buenos Aires
un núcleo destacadísimo de gente que se dedica con todo entusiasmo a las
cuestiones de ciencia pura', indicando que cada Facultad tiene una academia
oficial, integrada por sus elementos más destacados. Quizás para despertar
emulación en Uruguay agregó: 'Y ese ambiente es propicio a las discusiones de
ciencia pura. En tales centros se trata de fomentar en todo lo posible la
carrera del profesorado y el propio gobierno coopera al éxito de tan alta
finalidad, tomando resoluciones como la que acaba de dictar con el profesor
Butty [su nombre es dado erróneamente como Buttz], a quien le ha dado en
propiedad un número suficiente de cátedras en la Facultad de Ciencias Exactas,
que le facilitarán una vida holgada, por cuya razón ha renunciado a un alto
cargo técnico que desempañaba en la Administración Pública. En esa forma el
distinguido profesor podrá dedicarse exclusivamente a la enseñanza'. Las
Universidades argentinas, bajo el influjo de la Reforma de 1918, habían
comenzado a experimentar con fórmulas de profesorado con dedicación exclusiva.
Una posible solución era mediante la acumulación de cátedras, como en
Francia; o también, otorgando a unos pocos científicos muy destacados, la
dirección de institutos universitarios superiores, creados especialmente para
ellos. En alguna medida, ese fue el caso del instituto de fisiología creado
para Bernardo A. Houssay en la Facultad de Medicina. Las opiniones
de Geille Castro sobre el ciclo de conferencias de Buenos Aires tienen el mayor
interés. A pesar de su gran respeto por el conferencista, Geille Castro mostró
madurez y una gran independencia de juicio. Señaló algunos éxitos y también
algunos defectos. Entre los segundos destacó la heterogeneidad en el nivel de
las conferencias, en parte debido a que Einstein improvisaba; un ligero cambio
de tema en lo que el conferencista dictaba podía significar un cambio súbito
en la dificultad para seguirlo. Aún así pensaba que las conferencias habían
sido, indiscutiblemente, de gran valor: 'Ellas fueron lo que se esperaba que
fuesen. Una verdadera maravilla desde el punto de vista científico' que, él
creía, sólo Einstein podía entonces lograrlo en relación con la teoría de
la relatividad. Geille Castro señaló también, que en este ciclo se pudieron
apreciar las pocas dotes de Einstein como profesor: 'Él mismo confesó que la
enseñanza no le gustaba y que las clases las daba obligado por la necesidad de
divulgar su teoría'. Ante la
pregunta de si Einstein dio otras conferencias en Buenos Aires, Geille Castro
explicó que se le pidió especialmente que dictara una conferencia en la
Facultad de Filosofía y Letras, con motivo de la apertura de los cursos. Según
dijo, obligado por la naturaleza del establecimiento —y también por la
insistencia de Coriolano Alberini— Einstein tuvo que 'tratar un aspecto que no
es de su agrado: el filosófico. Y tan no es de su agrado, que se salió del
paso con una cortísima disertación'. Esta fue una conferencia que Einstein
dictó ante la insistencia del filósofo Coriolano Alberini, a quien apreciaba.
En guerra abierta contra el movimiento positivista, Alberini extrajo de Einstein
esta conferencia, y luego la utilizó, aún desde la prensa, como herramienta en
defensa de sus puntos de vista. Haciendo una síntesis del efecto de la visita de Einstein en Argentina, Geille Castro, dijo que 'produjo un verdadero revuelo científico y verdadera intensificación del movimiento intelectual argentino. Sus conferencias produjeron una serie de polémicas y controversias entre los profesores'. Preguntado sobre el tratamiento que recibió Einstein en Argentina, dijo que los 'elementos oficiales' lo trataron con 'verdadera gentileza y hasta con cariño'. Pero, 'allí como acá la sociedad le hizo a Einstein un vacío absoluto'. Preguntado por la causa de este vacío, el entrevistado dijo que 'sin ningún género de dudas se debía a la campaña del clero, debido a la investidura que Einstein traía como judío'. Señaló que la alta sociedad ha sido siempre solícita para agasajar a aquellos que llevan sangre noble, sin percibir que la de Einstein era la más noble. Indicó luego que la campaña contra Einstein había sido además injusta, no sólo por su valor intelectual, sino por el hecho que de que si bien él era de raza judía, no era un hombre comprometido con la religión, pero tampoco el tipo de hombre que renegaría de su origen. Más adelante, Geille Castro habló de sus conversaciones con Einstein, que le había expresado su admiración por Newton, su sentimiento de que su teoría no había destruido la obra de Newton, sino que la había extendido. Fue muy claro también en indicar que su teoría era un paso adelante, pero no era el último, y que luego de ella vendrían otras, que agregarían nuevos elementos. No cabe duda de
que en su visita a Uruguay Einstein había 'removido el ambiente', como bien
dijera el Ing. Maggiolo. Lo mismo ocurrió en Argentina, objeto de su visita, y
en Brasil, su otro punto de recalada en Sudamérica. REFERENCIAS GEILLE
CASTRO, A. 1924. "La Teoría de la Relatividad". Revista de la
Asociación Politécnica del Uruguay 18, p. 132-143 y siguientes.
Publicado separadamente como libro en 1924. ___________
1925. "Particularidades de la profesión de ingeniero". Revista de
la Asociación Politécnica del Uruguay I8, p. 129-131, y 8, p. 226-228,
1924. GOLDBERG,
S. 1987. "New wine in old bottles". en The comparative reception of
relativity, Thomas F. Glick
(ed.), Reidel Dordrecht, p. 1-26. Ingeniería.
Revista del Centro de Estudiantes de Ingeniería y Agrimensura. Montevideo, I7, 1925. LLAMBÍAS
DE OLIVAR, J. 1925. "Consideraciones sobre la teoría de Einstein". Revista
de la Asociación Politécnica del Uruguay, 1925. ORTIZ,
Eduardo L. 1995. "Convergence
of interests: Einstein's visit to Argentina in 1925”, Ibero-Amrerikanisches
Arkiv, Zeitschrift für Sozialwissenschaften und Geschichte Berlin), p.212,
67-126. ___________1989.
“La Junta para Ampliación de Estudios y la Institución Cultural Española de
Buenos Aires”, en Junta para Ampliación de Estudios: 80 años después.
J. M. Sánchez Ron (ed.).. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas. ___________1993.
“La revista matemática de Valentiri Balbín”, La ciencia en la
Argentina: perspectivas históricas. Miguel de Azúa (compilador). Buenos
Aires. __________1927.
"Los experimentos de Míchelson y Miller". Revista de la Asociación
Politécnica del Uruguay. 21,
1927. UBACH,
S.J., 1920. La Teoría de la
Relatividad en la física moderna: Lorentz
Minkowski, Einstein, Buenos Aires. VAZ
FERREIRA, Carlos, 1914. Le Pragmatisme; exposition critique,
Montevideo. -------------------------------------------------------------------------------------------------------
[1] El Centro de Estudiantes de Ingeniería estaba regido por una Junta de Presidentes, de la cual Sánchez González era uno. El Presidente de turno era José R. Fosalba; Ezequiel Sánchez González era director de la revista del Centro, Ingeniería. En esa época el Centro de Estudiantes de Ingeniería tenía su local en la calle Cerrito 105, 3er piso. [2] La propuesta fue hecha por el Consejal Muñoz Oribe [3] Naum Rosenblatt (su nombre, como el de muchos extranjeros, aparece en los diarios con diferentes grafías: Rossemblatt, Rosenblatt, Rosenblat) era judío de origen ruso. Quienes lo conocieron en Montevideo nos informan que era químico de profesión, y que se había establecido en Uruguay proveniente de Argentina, que fue su punto inicial de emigración. Según [La Mañana 23 abril 1925, 1], su casa estaba situada en 18 de julio 1515. Esa casa, de dos plantas espaciosas con un amplio patio central, aún existe. [4] La Facultad de Ingeniería decidió, asimismo, establecer 'una guardia permanente de dos alumnos de Ingeniería', para auxiliar a Einstein durante su visita. [5] Se publicaron artículos descriptivos en periódicos, de los que el de Ricardo Ludeke para Mundo Uruguayo, y el breve opúsculo La Relatividad, de José Claudio Williman, Montevideo, 1923, son posiblemente los más interesantes. [6] Esta exposición sigue de cerca un articulo de Alberini [1925]. [7] También se refiere a su relación con los niños en esta visita, un artículo titulado “Einstein, el hombre”, publicado en Ingeniería, Revista del Centro de Estudiantes de Ingeniería y Agrimensura, Montevideo, Año 1, No. 7, junio 1925, pp. 9-10. [8] Esta estimación es probablemente fidedigna, ya que ese periódico no expresó particular simpatía hacia el visitante. [9] En algunos periódicos (por ejemplo La Mañana, abril 23, 1925, p. 1; El Día (edición de la tarde), abril 24, 1925, p. 2 y El Día, abril 26, 1925, p. 6) se da, erróneamente como titulo 'Faces' o 'Fases' en lugar de 'Bases'. [10] El texto, litografiado, se titula: lecciones de cálculo gráfico, estática gráfica y aplicaciones, Montevideo, 400 pp. + 180 ilustraciones. [11]
El prólogo de esa obra ha sido reproducido en el segundo volumen de The
Works of Julio Rey Pastor, E. L. Ortiz, editor, vols. I-VIII, The Humboldt Society,
Londres,1988. [12] Esa lista, en la que respetamos la grafía de los apellidos utilizada por los periódicos uruguayos, incluye los nombres de: A. Abudara, 1. Abudrn, N. Abudam, M. Algaze, E. Apatof, D. 3. Balter, Baimaimón, Bartfield, José Bauman, B. Bay, V. Benaderet, E. Ben-maor, L Bensusan, M. Blugerman, J. Braun, K. Braun, A. Bresler, W. Bresler, A. Brisgal. B. Cohén, S. Cohén, Cohón, A. Emst, B. Glücksmann, N. Goldberg, J. Goluboff, E. Gut-taa. B. Isaac, 1. Israelson, M., Isaac, S. Jarovisky, A. Kleinonau, S. (Cohén, B. Kohn, .losé Latzki Bertoldi. M. l.ibman, M. Lissnaan. B Litdan. S. Macadar, C. Majlin., B. Manevich, B. Mibitsry, Marcos Miles, J. Misraji, V. Mlzcatti, D. Morón, M. Náhum, L. Pérez, coronel James Procter, Dr. G. Rosenblatt, Dr. José Rossennblau, N. Rosenblatt, O. Rosenblatt, J. Sardas, E. Scherscheb[n]er, L. Schoguel, H. E., Serrano, M. Silevich, G. Schvartz, A. Todi, J. Tomarkin, A. Tovía, profesor Louis Varley, M. Veiro. J. Weil, y S. Zubí. [13] André era estudiante del cuarto año de Ingeniería (la carrera de ingeniería requería entonces seis años de estudio), y vocal suplente de la Comisión Directiva del Centro de Estudiantes de Ingeniería. Además, era uno de los redactores de la revista de ese Centro, “Ingeniería”. Otro de los redactores en esa época era Rafael Laguardia, que más delante jugó un papel importante en el desarrollo de la matemática en Uruguay. [El Día (edición de la tarde) 29 abril 1925, 3]. En algunos diarios se informa erróneamente que el estudiante Ricardo Müller, sería quien le entregaría a Einstein el 'artístico pergamino'. [14] En esa reunión estaban presentes Gaminara, Vázquez Varela y Musso, ya mencionados en este trabajo y, además, Sartori, Quintela y Capurro. [15] Cámara de Senadores, XXVI legislatura, la. Sesión Ordinaria, celebrada el 29 de abril de 1925, Tomo 133, PP. 372-373. La Razón, [abril 30, 1925, p. 3] publicó un resumen de ese discurso. [16] Uno de ellos era Max Glucltsmann, propietario de una gran cadena de ventas de fonógrafos y discos; además era un promotor y productor de cine. [17] También habían prometido su asistencia miembros de la Alta Corte, del Senado de la Cámara de Diputados, ministros de Estado y el Ministro Plenipotenciario de Alemania, Consejeros Universitarios y profesores. [18] El Bien Público, diario de orientación católica, parece confiar más que sus colegas uruguayos en fuentes y sucesos relacionados con España. [19] La calificación de empingorotada y de coturno de baja calidad, hace referencia a una vestimenta que no indica una posición social o económica elevada. [20] Sobre Miller y su posición en la física de los Estados Unidos ver Goldberg [1987]. [21] Einstein deviene 'sabio semita'. [22] Para ser consecuente con su meticulosa actitud científica, Dassen debió haber dicho que esas consecuencias no alcanzaban 'aun' a la vida práctica del ingeniero. En unas pocas décadas habrían de hacerlo. [23] "Después de la visita de un sabio. Que impresión dejó Einstein en Montevideo? Se ha logrado alguna utilidad interesante de su viaje, la palabra del Ingeniero Maggiolo". [24] Einstein Papers, Princeton University, Box 61, TLS 43-089-090, Asociación Hebraica Argentina a Einstein, enero 9, 1924. |
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